Uno de los órganos que fiscaliza el actuar del Estado chileno, la Contraloría General de la República, permitió que el carabinero asesino de Matías Catrileo siga trabajando en la institución, pese a estar condenado por la misma justicia chilena.
De esta forma se confirma que el criminal no tendrá un sólo día de castigo por asesinar por la espalda al joven mapuche, cuando participaba en una recuperación territorial en la comunidad Yeupeko Vilkun, la mañana del 3 de enero del 2008.
Es así como cada organismo del Estado demuestra cómo el delincuente uniformado es premiado por su cobarde acción, sí cobarde, porque disparó a Matías armado hasta los dientes y protegido por un grueso contingente de sus camaradas, cuando el comunero huía del ataque, completamente desarmado.
El peso de las pruebas y la evidencia inocultable de un homicidio alevoso hicieron que finalmente se condenara al cabo Walter Ramírez por el delito de “violencia innecesaria con resultado de muerte” a la ridícula pena de 3 años de libertad vigilada. Una explícita burla hacia el movimiento mapuche que graficó la sucia guerra del Estado contra la Nación Mapuche, donde se encubre y felicita a quienes asesten duros golpes al enemigo.
Esa misma libertad vigilada fue el argumento de la Contraloría para otorgar plena libertad de acción al carabinero y seguir portando su uniforme y sus armas, siendo trasladado en distintas ciudades, como huyendo de algo, protegido por el gobierno de turno y sus superiores, quienes -cabe decirlo- pueden darlo de baja, pero no lo hacen.
El próximo 3 de enero se cumplen 5 años del asesinato de Matías Catrileo, y entonces la justicia mapuche puede manifestarse en distintos lugares, continuando con la lucha que dio Matías y no olvidando el por qué de su partida.
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