Con evidente preocupación el alcalde de Tucapel pudo constatar en terreno como el tradicional río Laja ha disminuido su histórico caudal a niveles alarmantes, apareciendo el empedrado lecho en casi toda la faja que atraviesa el puente principal de ingreso a la comuna, generando incluso pequeños charcos de pestilente agua de un color verdoso, una postal que espanta a los turistas que todos los años visitaban ese tradicional balneario. Tras una reunión sostenida con el gobernador provincial y representantes de la DGA y Sernatur, tanto el jefe comunal como el concejal Jaime Henríquez- edil de la localidad de Tucapel que también ha hecho saber su preocupación al respecto-, solamente comprobaron la lamentable noticia de que el uso que realizan los regantes del Laja, está ajustado a derecho, situación que, evidentemente, no da tranquilidad a las autoridades locales que ya han puesto este tema a nivel provincial. Para Fernández el solo hecho de que los turistas deban atravesar un enorme trecho de piedras y bolones para llegar a la poca agua que lleva el río, los desalienta y genera una evidente pérdida de atractivo para el sector, haciendo hincapié de que Tucapel está perdiendo un lugar hermoso, lo que resulta preocupante. “Nosotros quisiéramos hacer un llamado de manera muy especial a las distintas asociaciones de canalistas que de algún forma puedan regular y flexibilizar el uso de las aguas de riego- señaló el jefe comunal, agregando que- “no es menor el impacto negativo lo que esto está generando, en el paisaje, en el ambiente, así es que creo que sería prudente que los canalistas pudieran regular el uso, que pesar de estar dentro del marco legal, creemos que es importante hacer un poco de conciencia en esto y realizar un aporte a nuestra comuna”. También detalló que, tras la reunión con la DGA, solicitará la creación de algún mecanismo de contingencia, en el sentido de evaluar un proyecto que pueda modificar el cauce del río para que la poca agua existente está más cerca de la orilla, lo que responde un poco al clamor de los vecinos que ven impávidos como el tradicional balneario pierde día su tradicional atractivo, muriendo lentamente, dejando como testimonio un árido y maloliente lecho de
piedras.-
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